Estamos a unos días de la Semana Santa. Muchas personas y familias pueden gozar estos días de vacaciones.
Pero ¡alerta! Estas vacaciones son un regalo de doble filo: pueden ser ocasión para divertirse, olvidándose de que es la Semana Mayor de nuestra fe en Jesucristo; o, por el contrario, pueden ser oportunidad para dedicar tiempo más prolongado para estar con nuestro Señor Jesucristo y celebrar su muerte y resurrección que nos dan vida nueva.
En la Semana Santa culminamos el tiempo de la Cuaresma, la cual desemboca en la celebración del Triduo Pascual, con los hechos centrales de nuestra fe: ha llegado “la hora” de Jesús, de sufrir la pasión, de morir en la Cruz y, sobre todo, de resucitar.
Viene otro ¡alerta! Podemos participar en las celebraciones de Semana Santa, pero sólo como turistas y espectadores que disfrutan representaciones arraigadas y famosas; o, en cambio, podemos hacerlo como devotos y fieles discípulos de Jesús, para morir y resucitar con Él.
Un ¡alerta más! Las celebraciones más importantes de la Semana Santa no son las del Jueves y el Viernes Santo. Éstas son necesarias, pero como paso a la Fiesta más importante de nuestra fe, en la Vigilia Pascual: ¡para celebrar con mucha alegría que Jesús, habiendo muerto, ha resucitado!
Invito a usted a elegir adecuadamente y conforme a nuestra fe la manera de celebrar esta Semana Santa con la mirada y el corazón fijos en Jesús.