Por Jade Ramírez
Desde hace algunos años, el mes de enero, es el parámetro para pronosticar cómo pintará el año a los periodistas, en materia de violencias o ataques que pongan en riesgo la libertad de expresión.
Dos hechos decantan que el 2018 estará plagado de guerras de baja intensidad contra medios de comunicación y publicaciones altamente reveladoras de actos de corrupción, así como hechos que pongan en riesgo la vida e integridad física de comunicadores.
El asesinato el 13 de enero de Carlos Domínguez colaborador de portales informativos en Nuevo Laredo, Tamaulipas, tomó por sorpresa hasta los mismos reporteros locales que lo reconocían por tener “un perfil bajo” que se ceñía solo a contar información y combinar su trabajo con la academia.
Decir que es el primer asesinato de un periodista en el año, involucra que asumimos vendrán más. Los tiempos así lo figuran. La reacción del equipo de campaña de José Antonio Meade contra el portal informativo Animal Político después de publicar el reportaje «Con Robles y Meade hubo desvíos al estilo Estafa Maestra por 540 mdp en Sedesol, revela auditoría» no da lugar a dudas.
En principio parecía un mero asunto de derecho de réplica con la carta enviada a la redacción del portal, pero después con el avistamiento de posibles acciones legales, queda claro que los políticos y empresarios encarados, tomarán delantera contra comunicadores y reporteros haciendo uso de cualquier argucia legal como intentona de frenar lo que llaman ímpetu de verdad, y no es otra cosa que la función básica del periodismo: contar realidades, informar.
Si en algo coinciden periodistas y académicos, es en la inquietud por la reforma al artículo 1916 del Código Civil Federal, pues se abre una puerta para promover demandas contra publicaciones periodísticas que ostente el que se queje, un político, un funcionario o un personaje de la vida pública, un supuesto daño moral; tan solo con la fracción uno del artículo reformado “El que comunique a través de cualquier medio incluidos los electrónicos, a una o más personas, la imputación que se hace a otra persona física o moral, de un hecho cierto o falso, determinado o indeterminado, que pueda causarle deshonra, descrédito, perjuicio, o exponerlo al desprecio de alguien”, se antoja interpretar que el publicar una noticia en cualquier medio de comunicación pueda provocar demandas legales carísimas y desgastantes.
Otros benévolos en su interpretación aseguran que es inofensiva la norma, y puede que tengan razón, pero en un país como México donde contar realidades ha puesto al filo de la navaja a miles de periodistas, el temor entre investigadores periodísticos y medios de comunicación de impacto local que no forman parte de un conglomerado de medios, está latente.
Nunca como antes el 2018 se antoja para las alianzas. Alianzas entre medios, periodismo colaborativo, estrategia conjunta entre organismos civiles y reporteros, alianzas entre periodistas y abogados defensores de la libertad de expresión.
Acá en la Red de Periodistas de a Pie la apuesta este 2018 por ahí va. En próximos días vendrán anuncios del tipo y es que, consolidarse como proyecto en el terreno periodístico, implica en los nuevos tiempos, no caminar en solitario, sino seguir tejiendo una gran red de complicidades y fortalecimiento.
Se trata de no más periodistas de renombre, sino colectivos y equipos creativos en intersección.
Bienvenido el 2018, a poner el mejor acento ante el cruento panorama de este país.