Por Miriam Dìaz.
En los mismos inicios de la Creación, según el Génesis bíblico, el hombre fue hecho por Dios de una masa informe de barro, de la propia tierra. Y es esa misma tierra la que proporciona al ser humano un auténtico regalo: la posibilidad, científicamente demostrada, de curar muchas dolencias y enfermedades, gracias a algo en apariencia tan sencillo y tan al alcance de todos como es la arcilla. Desde hace milenios, culturas como la china o la egipcia ya conocían los poderes curativos de la arcilla y su efectividad en casos de reumatismo, artrosis, problemas gástricos y en muchas afecciones de la piel. Sobre tales virtudes se han publicado libros, folletos e incontables artículos en todo el mundo. Terapéuticas En congestiones de riñones, estómago, hígado, vientre y otros desarreglos en los órganos internos como flatulencias, mal aliento, úlceras, fiebres, las cataplasmas de barro poseen un efecto maravilloso, pues absorben y cicatrizan, descongestionan el interior, activan la circulación sanguínea en la piel y revitalizan el sistema nervioso con las energías magnéticas, eléctricas y solares provenientes de la tierra. En el interior del cuerpo actúa su efecto calorífico: Cuanto más se calienta el barro aplicado sobre la piel, más se extrae hacia fuera el calor interno que se combate.
A nivel interno el barro actúa como un agente purificador, eliminando toxinas, sustancias venenosas y agentes perturbadoras que pasan al barro. El barro utilizado en tratamientos terapéuticos (y cosméticos) debe ser extraído de lugares apartados de cultivos con cualquier tipo de abono químico y de lugares lejanos a terrenos que funcionan como basureros. Se debe tomar en cuenta que, a pesar de sus múltiples funciones terapéuticas, existen contradicciones en el tratamiento con barro, como es el caso de las personas que sufren de tuberculosis pulmonar, hipertensión, enfermedades del corazón o mujeres embarazadas. Cosméticas Para obtener una piel hermosa y con vitalidad, año tras año, se recomienda untar el barro en todo el cuerpo por lo menos dos veces al mes y dejarlo plasmado por un lapso que puede ser desde media hora hasta una hora. El principal objetivo de este procedimiento es tonificar y ayudar a la reactivación del desarrollo enzimático de la piel y los tejidos. El barro aumentará el contenido de agua de las células, limpiará los poros, erradicará las impurezas y las células muertas, y mineralizará la piel. Independiente de la época en que se lleve a cabo, el tratamiento con barro creará la sensación de frío en el cuerpo, debido a la energía desprendida por todo el organismo.