INTERNACIONALES.
De montañas de tierra y bosques removidos para la colosal ampliación del Canal de Panamá emergieron tesoros como el fósil de un tiburón gigante, vasijas precolombinas y una sensacional revelación: la cintura de América se formó millones de años antes de lo pensado.
Desde hace siete años, la construcción de un tercer carril en la vía interoceánica va dejando a su paso una gigantesca huella de 80 km que, además de estratégica para el comercio marítimo mundial, abrió un horizonte de investigación a arqueólogos, paleontólogos y ambientalistas.
«Algunos hallazgos han estado en la ruta crítica del proyecto, por donde va la obra, pero se han rescatado. Son de distintos periodos (históricos), con gran valor científico», aseguró a la AFP Hortensia Broce, bióloga especialista en paleontología de la Autoridad del Canal (ACP).
Durante las excavaciones, voladura de cerros y tala de espesa vegetación, se han hallado fósiles de unos 3.000 invertebrados y 500 vertebrados, y de más de 250 plantas, como las de un bosque consumido por el fuego de una explosión volcánica, precisó Broce.
Expertos contratados por ACP identificaron restos de camellos, cocodrilos, dientes de un tiburón gigante («megalodón»), mandíbulas de pecaríes y otros animales de hace millones de años.
Pero en lo más sorprendente, científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, tras estudiar fósiles y formaciones geológicas que quedaron al descubierto, concluyeron que Panamá, la franja más estrecha del continente, empezó a formarse hace más de 20 millones de años y se cerró hace unos 10 millones.
«Lo que uno aprendía en la escuela es que se formó hace tres millones, era lo que se creía. Pero se encontraron organismos de otra época que determinaron que el istmo fue surgiendo poco a poco, las aguas se fueron retirando y la formación ocurrió mucho antes de lo que se pensaba», comentó Broce.
Las investigaciones continúan para determinar y entender cambios del clima en el mundo o el origen de fauna que migró a través del istmo, de una América a otra. «Una revolución», consideró el colombiano Carlos Jaramillo, científico del Smithsonian.