FELIPE ARIZMENDI.
OBISPO EN LA DIOCESIS DE SAN CRISTOBAL.
Aunque con altibajos, incertidumbres y hasta contradicciones, avanzan los diálogos entre los maestros inconformes con la reforma educativa y las autoridades federales. Es importante que continúen las mesas de diálogo, para analizar los aspectos políticos, educativos y sociales. Lo más complicado es lo educativo, pues unos insisten en derogar la reforma, otros en ratificarla y afirmar que no está sujeta a cambios, aunque sí a revisiones, lo cual es contradictorio, pues si se revisa, es para hacerle los cambios que sean necesarios. Con todo, se va descubriendo una luz en la oscuridad del túnel, pues se acepta, por ejemplo, que algunos puntos de la evaluación al magisterio pueden ser revisados y, en su caso, adecuados a las diferentes circunstancias de los Estados. Esto es muy positivo, pues antes se decía que todo era intocable y nada se podía modificar. La apertura gubernamental a escuchar las razones de los maestros es clave para avanzar en lo que es justo para ellos. Sin embargo, la apertura debe ser de ambas partes; de lo contrario, sólo hay choques y enfrentamientos, que impiden la buena armonización de intereses. Los maestros, como todos, no sólo tienen derechos; también tienen deberes.
El paso más significativo es que los líderes de la CNTE fueron recibidos por la Comisión Permanente del Senado de la República, pues el fondo de la discusión es una ley que aprobaron los legisladores. Si hubiera necesidad de reformarla, esto es competencia única de senadores y diputados federales, no del gobierno federal. Los obispos de Chiapas hemos insistido en que este paso, el dialogar con los legisladores, es el más importante.
Uno de los principales legisladores les hizo una propuesta que, en mi concepto, no debería ser rechazada sin un serio análisis. Les sugirió elaborar una iniciativa ciudadana, que es una de las alternativas que contempla nuestro marco legal para que el pueblo proponga los cambios legislativos que considere pertinentes. Este sería un paso significativo y eficiente, pues poner toda la fuerza sólo en organizar protestas, no da los resultados que se desean y exigen. Hay que ser creativos y propositivos. Hay que elaborar una propuesta de reforma educativa que sea integral, no sólo laboral y administrativa.
Afortunadamente hay disponibilidad para revisar el modelo educativo, que es la exigencia más profunda del movimiento magisterial. Se requiere que todo el sistema educativo se mejore, lo cual implica analizar el contenido de los libros de texto; potenciar aquellas materias que se han infravalorado, como los valores del civismo, que lleven a formar buenos ciudadanos; revisar la educación sexual que se imparte en las escuelas, para que no sea sólo información genital e incitación a un degenere libertino; revisar las competencias de los padres de familia y demás actores sociales; tomar en cuenta las diferentes culturas que conforman el país, en particular las formas indígenas de formar para la vida. Dentro de esta revisión, es obvio que debe lograrse una justa reforma laboral, para que se tomen en cuenta sus derechos y sus obligaciones.
Mientras tanto, exhorto nuevamente a los maestros que dejen libre el tránsito en las carreteras y que manifiesten su rechazo a que grupos violentos y oportunistas se les infiltran y causan destrozos. Los buenos maestros no perjudican a la sociedad, sino que educan para que haya paz social y convivencia pacífica. Es la mejor educación que compete a los maestros; es su mayor contribución al bienestar de Chiapas.