BEIRUT (AP) — / CORTESIA.-En otras circunstancias, la captura de Alepo proyectaría un aura de invencibilidad al presidente sirio Bashar Asad, quien ha sobrevivido a casi seis años de revuelta.
En cambio, la conquista ha subrayado su dependencia en poderes externos.
Turquía, Irán y Rusia han inclinado los últimos acontecimientos a favor de Asad, y son esos tres jugadores —y tal vez la llegada del gobierno de Donald Trump— los que están mejor situados para determinar el final de la historia para Siria.
Las tres naciones se reunieron en Moscú la semana pasada para conversaciones sobre Siria que no incluyeron a ningún sirio, indicando que prefieren buscar un gran acuerdo entre las grandes potencias en lugar de uno interno entre el gobierno y la oposición.
La mejora de los lazos entre Rusia y Turquía —quienes apoyan a lados opuestos de la guerra civil— puede resultar en un cambio de juego con el potencial de poner fin a un conflicto que ha frustrado a los diplomáticos del mundo por más de cinco años.
Sus esfuerzos conjuntos en Siria —ahora hay un diálogo para alcanzar un cese del fuego nacional— reflejan un deseo de establecer esferas de influencia. Turquía podría abandonar su apoyo a los rebeldes que combaten a Asad a cambio de libertad de movimiento en una región fronteriza donde sus tropas están combatiendo al grupo extremista Estado Islámico y tratando de frenar el avance de las fuerzas curdas respaldadas por Estados Unidos.
Hassan, un analista sirio en el Tarar Institute que está en Washington, dijo que la cumbre en Moscú fue «un ejemplo perfecto de cómo la solución siria ahora es una gran negociación donde otros países hacen tratos en nombre de los sirios».
El ejército de Siria sólo pudo conseguir la victoria en Alepo con apoyo ruso y la ayuda de milicianos respaldados por Irán. Turquía alcanzó un acuerdo con Rusia para manejar la rendición de los rebeldes cuando estuvieran a punto de la derrota total.
Ankara fue un antiguo aliado de los rebeldes, permitiéndoles retroceder y rearmarse a través de su frontera. Pero como las fuerzas curdas sirias —que no responden ni a Asad ni a sus opositores— han ampliado su presencia a lo largo de la frontera, el presidente turco Rece Taype Erogan ha llegado a considerarlos una amenaza mayor que Asad.
Mientras, Naciones Unidas se ha comprometido a relanzar las negociaciones en Ginebra entre el gobierno y la oposición armada para el 8 de febrero. Este proceso ha fallado varias veces.
En tanto, el presidente electo Donald Trump ha dicho que quiere una cooperación más estrecha con Rusia para combatir al Estado Islámico.
De cualquier forma, a pesar de la victoria del gobierno sirio en Alepo, es poco probable que el destino de Siria se decida en Damasco.