El Papa Francisco dormirá la siesta dentro de la Cárcel de San Vittore de Milán, el próximo sábado 25 de marzo durante la visita apostólica que cumplirá a la norteña ciudad italiana y que incluye un almuerzo con detenidos.
El gesto, que trascendió aquí en las últimas horas, no tiene precedentes y si bien podría responder a una decisión práctica, también constituye un símbolo de la cercanía de Jorge Mario Bergoglio con los encarcelados.
Será la primera vez que un pontífice ingrese al penal de San Vittore, aunque varios de sus predecesores visitaron la urbe milanesa. Según el programa, saludará uno por uno a los casi 400 reclusos que se encuentran privados de su libertad en el lugar.
A ese momento dedicará aproximadamente una hora, y luego se trasladará al Tercer Radio de la cárcel donde compartirá la mesa con unos 100 presos.
Antes de partir hacia el Parque de Monza, donde celebrará una misa para más de 500 mil personas desde las 15:00 hora local (14:00 GMT), podrá reposarse por 30 minutos en una habitación utilizada cotidianamente por el capellán del lugar.
Durante su visita a Milán, Francisco también recorrerá el barrio de periferia conocido como “casas blancas” (Quartiere Forlanini), donde saludará a los residente y dedicará un tiempo a los gitanos, refugiados e islámicos.
Su gira incluye un encuentro con sacerdotes en la catedral, la misa multitudinaria y un encuentro con jóvenes en el estadio de futbol Giuseppe Meazza-San Siro.
Fiel a su estilo, el Papa continua a dar sorpresas y tener actitudes de cercanía. En las últimas horas se supo que el pasado 14 de marzo llegó sin avisar a la casa central de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret en la zona del Circo Máximo en Roma.
Ese día, las monjas esperaban a un sacerdote que les iba a predicar unos ejercicios espirituales pero al abrir la puerta se encontraron con el líder católico, quien dedicó varias horas a dialogar con ellas y escuchar sus problemas