Diego Victorio
Es vanguardista, si.
Es vanguardista, por supuesto. Es Chiapas el embrión progresista del país, en cuanto a modernidad legislativa, también.
No trato de polemizar, ni de contravenir a los críticos de la nueva reforma de Ley que le retira el financiamiento público a los partidos políticos, menos volverme un defensor a ultranza de la reforma.
Pero encuentro dos grandes vertientes que, sin duda, en un análisis frio, sin sesgos, abonan a que la reforma que presentó el diputado Eduardo Ramírez Aguilar, haya llegado para quedarse.
Más allá de sustentos jurídicos y batallas jurisprudenciales, que las habrá, ni duda tengo.
Sin duda, la primera, la mediática es: que el dinero que ya no llegará a las arcas de los institutos políticos, pasará al presupuesto de la reconstrucción de municipios que resintieron los ásperos efectos del sismo del 7 de septiembre.
Profundizando, existe una segunda vertiente relativa a lo oneroso que representa al Ejecutivo la manutención de nuestro sistema de partidos.
Esa parte de la democracia que le cuesta facturas rollizas, robustas y cargadas de ceros al erario.
La reforma sacude el statu quo, sí. Mueve de su zona de confort a los partidos políticos, también.
Pero, en esa sacudida, hará recobrar la conciencia a dirigentes y militantes partidistas.
Hará que la militancia, que la gente de pantalón largo y que aspirantes a un cargo de elección se conviertan en subsidiarios y recobren el sentido de pertenencia. Hará una clase política más consciente.
Esa ala de la democracia ya no será amamantada por dinero gubernamental. Vaya, en otras palabras, en los siguientes comicios los partidos que postulen a sus 122 candidatos a alcaldías, 24 a diputados y, a gobernador, no recibirán un solo peso de la hacienda estatal para costear campañas electorales.
Luego entonces, es vanguardista, claro. Rompe paradigmas, en efecto. Crecerán sus críticos, por supuesto.
Comentarios Atrincherados
*** Estaré atento a Oswaldo Chacón Rojas, quien revelerá cual será el mecanismo para fiscalizar los recursos, que ahora vendrán de la iniciativa privada. Los filtros deben estar diseñados con altos estandares para evitar que dinero negro se enrole en actividades politicas. Esperaremos pacientes a Oswaldito, digo pues le ocupa más andar promoviendo páginas pornograficas en los sitios web del IEPC.
*** La reforma propuesta por Eduardo Ramírez Aguilar, recobra mayor relevancia, pues no hay que olvidar que él es dirigente estatal de un partido político.
*** Mañana en nuestro tema central escribiré sobre el nombramiento de Rodolfo Calvo Fonseca
en la Unicach. El 18 de agosto, Rodolfo Calvo, recibió la aprobación del gobernador, tras reunirse con él en Tapachula.
Días antes, Roberto Domínguez, pretendió dar un albazo con un alfil suyo: Pascual Ramos. No prosperó.
Es evidente que la Unicach es un iceberg de corrupción y, la mayoría de esos actos deshonestos son obra del actual secretario de Educación, Roberto Domínguez.
Existe una auditoria que revela un cumulo de desfases financieros de la administración del hoy titular de Educación. Las 40 plazas, que ya son de dominio público, que las cobran, pero no las trabajan.
Al final Calvo fue tocado por la ambición y pactó con Domínguez. Su silencio a cambio del apapacho del sindicato que aun controla Roberto Domínguez. De los peces gordos y claro, una junta directiva a modo para que Calvo pueda “trabajar” a gusto. A sus anchas, pues. Mañana va completo el texto.