El Evangelio del Miércoles de Ceniza (Mateo 6,1-18) es programático para nuestra penitencia cuaresmal. Jesucristo nos recomienda tres obras de piedad o penitencia cuaresmal: la limosna, la oración y el ayuno.
Luego la Palabra de Dios de cada día y la Liturgia de las Horas a lo largo de la Cuaresma, nos ayudan a profundizar en el significado y el ejercicio de dichas obras: que nos relacionen más con Dios y con los demás.
Pero no se trata de elegir una u otra obra de penitencia, sino que las tres se complementan mutuamente. De hecho San Agustín nos dice que “estas piadosas limosnas y este frugal ayuno son las alas que en estos santos días ayudarán a nuestra oración a subir al cielo”. También dice San Agustín: “He ahí las dos alas sobre las que la oración vuela hacia Dios: el perdón de las ofensas y la limosna hecha al indigente”.
Hagamos estas obras de penitencia con la mirada y el corazón puestos en Jesucristo y su Misterio Pascual. De hecho cada obra de penitencia implica un “algo” de morir en nosotros y un “algo” de entrar en vida nueva. Descubrámoslo. De esta manera, la Cuaresma nos irá llevando al gozo de la Pascua, con Jesús que, habiendo muerto, resucita.
Mons. Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas