A un año y medio de su surgimiento, el triunvirato de mando de la CGT llegó a su fin. Dividida y desautorizada, la conducción se reunió ayer en secreto con un puñado de dirigentes de peso, para explorar una salida institucional a la crisis, que se profundizó la semana pasada con la renuncia de Camioneros, el poderoso gremio de Hugo Moyano .
Con posturas disímiles y con la intención de evitar nuevas fugas, el triunvirato que integran Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña acordó, al menos, convocar al consejo directivo para abril, en tren de activar cuanto antes «un congreso normalizador», del que se espera el alumbramiento de un trato entre los múltiples sectores para elegir la nueva cúpula.
Una ironía del destino: en la reconstrucción no participarán los tres viejos líderes que le dieron vida al triunvirato. No tallará Moyano y es probable que Luis Barrionuevo tome una decisión similar. La UOM, que lidera Antonio Caló, está también por ahora al margen de la negociación.
Se sumarán al rearmado, en cambio, otros sectores que hoy no forman parte del día a día de la central obrera, como lo son el Movimiento de Acción Sindical Argentino, que encabeza el taxista Omar Viviani, y las 62 Organizaciones Peronistas, el brazo sindical del macrismo y cuyos referentes estuvieron de gira por Europa con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.
El rearmado de la nueva CGT no será sencillo y llevará, por lo menos, dos meses. La mayoría anhela con ungir a la nueva conducción, que no se descarta que vuelva a ser tripartita, en mayo, antes del Mundial de fútbol, un punto en el calendario que nada tiene que ver con los gremios, pero que comienza a ser una suerte de bisagra en la trastienda política. Entre mayo y junio, tal vez con el certamen deportivo en marcha, el Gobierno intentará reflotar en el Congreso el proyecto de reforma laboral que se frustró el año pasado. Así lo dieron ayer por hecho algunos de los sindicalistas que asistieron al encuentro.
La reunión se definió en carácter de urgencia, tras la amenaza de Schmid de renunciar si es que no se convenía una «salida institucional» a la crisis.
En la práctica, el fin del triunvirato se había concretado en diciembre pasado, cuando activó un paro general en contra de la reforma previsional que fue desestimado por casi todos los gremios confederados.
De los tres jefes, Daer es el único que mantiene posibilidades de continuar en la cúpula. Es impulsado por «los Gordos» para convertirse en el secretario general del sector, si es que surge la idea de un liderazgo colegiado, con tres líderes. Si se impone una conducción de una sola cabeza, se añadirían otros nombres a la disputa: Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Guillermo Moser (Luz y Fuerza) y un dirigente del espacio de Viviani. Incluso, surgen potenciales candidatos desde la Casa Rosada, donde siguen con atención el movimiento de piezas del rompecabezas sindical.
El frágil acuerdo entre el triunvirato cegetista intentará poner paños fríos a la pelea interna, al menos hasta que se defina la fecha del congreso normalizador. El tiempo abrirá la posibilidad de negociar consensos. Aunque la tregua esconde otro motivo, también importante: evitar que el Comité Central Confederal, el organismo que elige a las nuevas autoridades, termine en un escándalo o a los tiros, literal, como temían hasta la semana pasada dos de los tres jefes salientes.