El nacer de una mujer,
me lleva a considerar,
que vivir es consagrar,
la vida a este santo ser.
Y el compartir con tu esposa,
todos los bellos momentos,
de alientos y desalientos,
es la cosa más hermosa.
Quien tiene la santa unción,
de ser madre, esposa e hija,
desde el cielo la cobija,
le viene por bendición.
Siendo el centro la mujer,
de toda factible acción,
tiene en todo la razón,
tal y como debe ser.
¿Que se les pasa la mano?.
se les pasa y bien pasada,
sólo que a la mujerada
la queremos y la amamos.
Si no, ¿qué habríamos de hacer,
los que por ellas vivimos,
y aguantamos y sufrimos,
lo que les es menester.
Por eso, justa premisa,
es generoso brindar,
el muy exacto lugar,
que su condición precisa.
De acá pa’l real, la justicia,
en muchos casos hostil,
para el gremio femenil,
tendrá su actuación propicia.
Lo que no es así, es cuento,
del más puro populismo,
del político turismo,
y mujeril parlamento.
De todos los demás seres,
el hombre es el ser más fiero;
por eso yo más prefiero,
a las hermosas mujeres.
Alberto Javier Aguilar Navarro.
Sábado 8 de marzo de 2014.
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