¡Qué delicia, cayó lluvia!;
Bendito Dios que la envía,
y muy puntual, no tardía;
buen temporal nos preludia.
¡Qué delicia!; cuando llueve,
nos llueve la bendición,
de vida hay continuación
y a agradecerla nos mueve.
Estorba el diario quehacer;
se moja hasta la conciencia,
pero hay qué tener paciencia,
está primero el beber.
Yo no sé qué piense usted,
pero al agua hay qué amarla,
quererla mucho, cuidarla,
para mitigar la sed.
Pero a los indiferentes
el agua no les preocupa,
mucho menos les ocupa,
porque no les cae el veinte.
Que caiga el agua bendita
cuya escasez nos aterra,
porque esta bendita tierra
de verdad la necesita.
Con una oración sentida
que elevemos al Creador,
se tendrá agua al por mayor
que hidrate bien nuestra vida.
Todas las generaciones
que en proximidad están,
en su ingenuidad creerán
que siempre habrá en garrafones.
Total que el agua cayó
a cántaros medianitos,
y por eso, mi hermanito,
contento me puse yo.
Que pido por Dios tener
bastante agua para usted,
porque si usted tiene sed,
también yo he de padecer.