OBISPO FELIPE ARIEZMENDI ESQUIVEL.
Va muy avanzada la ampliación de la carretera de Comitán a San Cristóbal, para que sea una super-carretera más transitable y rápida, libre y sin cuota, gracias a nuestros impuestos. Ya se está trabajando desde Tulancá hasta Amatenango del Valle y Teopisca.
Sin embargo, en el tramo ya terminado, cerca de Tulancá, acaban de poner 21 topes, no demasiados altos como los que están un poco antes, en la entrada a La Merced, que parecen muros, pero llama la atención que los pusieron en una comunidad donde hay muy pocas casas, no al borde de la carretera, y a pesar de que se les está poniendo un puente peatonal y otros servicios. ¡Qué absurdo! ¿Quiénes y por qué lo hicieron?
En el paso por otra pequeña comunidad, entre Oxchuc y Ocosingo, con ocasión de un accidente mortal de hace años, colocaron siete topes para poder transitar por allí. En otras partes, han puesto topes sólo porque alguien abrió una tiendita de abarrotes, y nos obligan a detenernos, aunque no queramos. Entre San Cristóbal y Palenque, con un poco más de 200 kilómetros de distancia, hay más de 300 topes, y cada día aparecen nuevos. ¿No hay autoridad que regule esto? Las líneas de autobuses entre San Cristóbal y Palenque, ya no pasan por esta carretera, sino que dan vuelta por Tuxtla y por Villa Hermosa. ¿Qué significa esto? Que hay demasiados topes, como persistentes bloqueos por diversos motivos.
Hace pocos años, los transportistas de San Juan Chamula, San Andrés Larráinzar y Chenalhó, se pusieron de acuerdo y quitaron muchos topes que se habían puesto; sólo dejaron los estrictamente necesarios, como cuando hay escuelas a la vera del camino. ¿No podrían hacer lo mismo los dueños o concesionarios de taxis, combis y micros, que transitan por nuestras carreteras, para regular la colocación de topes? Algunos pocos son necesarios y justificables, pero no tantos… Y en nuestras propias ciudades, hay muchos topes en las calles que son absurdos y sólo reflejan falta de reglamentación al respecto, o falta de responsabilidad de autoridades.
Con tantos topes, no sólo se perjudica el turismo, sino la salud y la economía de las mayorías. Analicemos dónde son realmente necesarios, y dónde no tienen sentido. Cuando hay una entrada de una carretera secundaria a una principal, o cuando se trata sólo de una brecha de terracería que ingresa a una carretera pavimentada, no se debería poner tope en la carretera principal, sino más bien en la secundaria o en la terracería que se conecta a la principal. A veces, por esas carreteras de terracería, pasan menos de diez vehículos al día, y obligan a miles a detenerse. Los que deberían detenerse antes de conectarse a la carretera pavimentada serían los de la terracería, no quienes transitamos por la carretera nacional. ¡Esto tiene que regularizarse, por el bien de las mayorías! Donde sean necesarios, que se pongan; donde no tengan mayor sentido, que se eliminen o se desvanezcan.