San Cristóbal de Las Casas. Chiapas. En conferencia de Prensa el Obispo de la Diócesis de San Cristóbal dijo» En estos días, he andado desde San Cristóbal hasta Palenque, hasta Comitán, hasta Simojovel y Amatán, y he visto cuánto maíz se ha sembrado. Muchos campos se ven llenos de maíz en crecimiento, en unos lugares ya a punto de la cosecha, y en otros todavía apenas en sus primeros pasos. Sólo en algunas partes de las Cañadas de Ocosingo se nota abandono del campo y nada se ha sembrado, no por pereza de los campesinos, sino porque no les reditúa beneficios, ya que, por la importación de maíz transgénico desde los Estados Unidos, es más barato traerlo de allá, que sembrarlo aquí».
En varias partes de nuestro Estado, se logran dos cosechas de maíz y de frijol al año. Esto influye que la gente, en general, no pase hambre. Hay pobreza alimentaria, no miseria. En el campo, hay maíz y frijol para todo el año, más algunos animales de corral, algunas hortalizas y, en algunos lugares, también café. Se pasa más hambre en colonias suburbanas de las ciudades, que en el campo, siempre y cuando el alcohol no destruya todo. El maíz y el frijol ayudan a la sobrevivencia alimenticia, aunque hay casos de desnutrición.
En nuestra pastoral de la madre tierra, nuestra diócesis insiste en tres cosas: Sembrar maíz criollo; usar, lo más posible, abono orgánico; no tirar árboles para sembrar maíz.
Lo primero, sembrar maíz criollo y evitar el transgénico, pues éste es estéril, no se reproduce y hace que los campesinos cada año deban comprar la semilla a las empresas transnacionales. El maíz criollo se reproduce, es fértil, y no hay que comprar semillas modificadas genéticamente para volver a sembrar. El maíz criollo tiene un sabor auténtico y no hay que ponerle tanta cosa a los elotes y a los esquites para que sepan sabrosos. Sembrar maíz criollo es por salud y por economía.
Lo segundo, evitar los abonos químicos, porque matan algunas plagas, pero impiden que la tierra produzca sus propios mecanismos de defensa. Los abonos químicos están produciendo cáncer y otras enfermedades difícilmente curables.
Lo tercero, no tirar árboles para sembrar maíz. Algunos campesinos han tirado todos los árboles de algunos cerros y han sembrado sólo maíz. Con esto, la tierra queda desprotegida y la lluvia la arrastra hacia los ríos, quedando sólo piedras y tierra no cultivable. Exhortamos no convertir nuestros bosques en desiertos de piedras, como está sucediendo en torno a las carreteras de San Cristóbal a Tuxtla Gutiérrez y a Comitán.
Cuidemos nuestra hermana y madre tierra, que es un don de Dios. No la destruyamos.