Desde Los Altos
Fredy López Arévalo
La vorágine electoral tiene secuestrado a Chiapas, donde 5 candidatos se disputan la gubernatura y 10 partidos políticos compiten por 40 diputaciones locales y 123 alcaldías. Quienes se enrolan, que no son todos, lo viven en una mezcla de sentimientos muy intensos: el infelizaje se entrega de cuerpo y alma por su color y su candidato, y al calor de la contienda se manifiesta de forma desenfrenada, y a veces violenta.
Este fin de semana viajé de San Cristóbal de Las Casas a Yajalón, por la agreste carretera que comunica a ese pueblo con el resto de Chiapas desde 1974, y el paisaje siempre verde y la lacerante pobreza están ahí más presentes que nunca.
Es un viaje incierto aventurarse por esa carretera pasando por Huixtán, Abasolo, Oxchuc, Ocosingo, Temó-crucero que comunica a Agua Azul y Palenque; Bachajón, y Chilón, antes de finalmente arribar a Yajalón, y observar en el trayecto la propaganda electoral de quienes aspiran a un cargo de elección popular. Lo saturan todo. La carretera en pésimo estado; deteriorada en extremo, llena de topes, reductores de velocidad en forma de vibradores, baches y deslaves, y la insultante publicidad de quienes colocan espectaculares, y usan bardas, piedras, y postes de Telmex y la CFE para promocionarse. Son los rostros de los 5 candidatos al gobierno de Chiapas y de un sinnúmero de aspirantes a senadores, diputados federales y locales y presidentes municipales de 10 partidos políticos los que atiborran el paisaje en carreteras, pueblos, ciudades y parajes. A eso se debe añadir la altísima conflictividad de la zona, lo que hace impredecible y riesgoso el viaje, porque en los pueblos indígenas por los que se transita las rencillas políticas súbitamente pueden convertirse en camorra y hacer que se obstruya el paso y en cualquier momento corra la sangre. Sí, es todo un reto aventurarse por ese trayecto, sin autoridad visible y donde la ley de la selva es la que impera. Es un riesgo que puede ir más allá de quedarse varado por horas o por días en algún bloqueo carretero en medio de la selva, expuestos a la ira de las personas que protestan contra el gobierno municipal, estatal o federal, o que se disputan algún recurso natural (una mina de arena y grava, un centro turístico, un yacimiento de agua o una ruta de transporte), o simplemente por tratarse de campesinos en harapos que tapa los hoyacos de la carretera con picos y palas y cobra peaje de forma voluntario a los automovilistas. La pobreza es patente entre los indígenas que pueblan esa vasta región, que es el territorio de la etnia tseltal, y más allá, hacia Tila y Tumbala, Sabanilla, Moyos y Saltó de Agua, de la etnia chol, los pueblos más marginados entre los marginados de Chiapas. Una multitud de aborígenes que han edificado a la vera de las carreteras, paradójicamente, con cuartuchos de blocks de cemento y lámina que les financia la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu). Unas pintadas de Verde y otras de Rojo, según las haya gestionado el PVEM o el PRI, como parte de una estrategia clientelar de largo alcance, que justamente espera la retribución en votos en fechas como estás, las del domingo 1 de julio próximo. Un caudal de votos cautivos que siempre se podrán recontar entre los que mantienen en el poder al PVEM y al PRI.
En las redes sociales, en la radio y en la tv libre y de paga por igual, la vorágine electorera satura el espacio y uno tras otro los aspirantes se suceden en una suerte de puja por situarse en la preferencia del electorado, mientras los partidos más grandes, con mayor militancia y arraigo popular, optan por las demostraciones masivas para mostrar músculo. Es difícil saber el resultado en una entidad donde el voto libre no es el mayoritario; donde los partidos que hacen gobierno coaccionan y compran la voluntad de los ciudadanos, indígenas y de las barriadas pobres de pueblos y ciudades, y donde de manera masiva se manipula el sufragio. Rojos y verdes, amarillos y morados, magentos y azules, todos encaramados en la promoción de sus propuestas, ofreciendo curar todos los males que aquejan a Chiapas y lo mantienen sumido en la más espantada miseria. Es el tiempo de ofertar de todo, y alimentar la esperanza de las hordas de miserables que sobreviven en pueblos y aldeas miserables, sin salud ni Educacion, sin agua, sin energía eléctrica, sin un techo digno, sin programas que lo ayuden a paliar y desterrar carencias de siglos. Escuchan en la radio que ahora sí invertirán mejor los recursos federales, que ahora sí el campo tendrá apoyo; que ahora sí los pueblos originarios serán prioritarios, que se les hará justicia; que ahora sí se ampliará la red carretera y se repararán las que el tiempo y la lluvia han dañado; que ahora sí se trabajará para desterrar el trabajo infantil; que ahora sí, las mujeres serán tratadas en igualdad y se frenará la violencia; que ahora sí, se detonará el turismo y la agroindustria; que ahora sí vendrán los capitales nacionales e internacionales a invertir a Chiapas; que ahora sí habrá transparencia y rendición de cuentas… que ahora sí, se informará cada tres meses el rumbo de la cosa pública en Chiapas; que ahora sí, se impulsará la pequeña y mediana empresa; que ahora sí, se restaurarán millones de hectáreas de selvas y bosques; que ahora sí, se acabará con la corrupción y se meterá a la cárcel a quién hurte del erario; que ahora sí, habrá gobierno para todos… pero gobiernos van y gobiernos vienen y el saqueo continua, y la pobreza lacerante sigue… y la corrupción en su máxima expresión. Y aquí no pasa nada… que ya vendrá el nuevo gobierno a tapar los hoyos negros en las finanzas públicas… y a meter la suciedad debajo de la alfombra. Chiapas, Chiapas, Chiapas, tan rico y tan pobre, y expuesto, siempre expuesto, a la rapiña de su clase política, que no alcanza a comprender la dimensión del problema que se vive en Chiapas, el de la pobreza extrema y la marginación, que lo mantienen como un polvorín en permanente estado de ebullición social… y a punto del estallido. Solo falta el cerillo que haga arder la pradera, y el día de las votaciones, el domingo 1 de julio, podría echar la gasolina al fuego.
Por lo demás ya se sabe, son cinco candidatos aprobados por el Consejo General del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana de Chiapas (IEPC).
Juntos Haremos Historia, conformado por Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Partido del Trabajo (PT) y Partido Encuentro Social (PES), postularon a Rutilio Escandón Cruz Cadenas; la coalición Chiapas Al Frente, integrada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido Acción Nacional (PAN) y Movimiento Ciudadano (MC), el candidato es José Antonio Aguilar Bodegas; la alianza entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Nueva Alianza (NA), postuló a Roberto Albores Gleason; tras la ruptura de la coalición con el PRI, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) junto con los partidos locales Chiapas Unido y Podemos Mover a Chiapas, inscribieron a Luis Fernando Castellanos Cal y Mayor; y Jesús Alejo Orantes Ruíz, líder cañero, ex diputado local por el PRI, compite como candidato independiente.
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