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Se dice que el papel lo aguanta todo y aparentemente así debe ser porque los 28 Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, pese a sus divisiones y discrepancias irresueltas, han conseguido cerrar este viernes un acuerdo político sobre uno de los asuntos que más envenenan las relaciones en Europa: la inmigración y el asilo. “Es demasiado pronto para hablar de éxito. Hemos conseguido un acuerdo pero esa es la parte más fácil. Lo difícil será aplicarlo”, ha admitido el presidente de la UE, Donald Tusk, tras un Consejo Europeo tenso que ha puesto al límite la capacidad negociadora de los dirigentes europeos.
El acuerdo incluye un férreo blindaje de las fronteras exteriores para alejar a los inmigrantes lejos de las costas europeas y dos novedades: la posibilidad de crear campos de refugiados en África y centros de retención de inmigrantes «controlados» en suelo europeo, ambos pagados con dinero europeo. “No es el mejor de los acuerdos pero es un acuerdo importante que permite seguir caminando con una perspectiva europea”, valoraba el presidente español, Pedro Sánchez, tras su estreno en una cumbre europea.
Cerrar un documento de conclusiones requirió de 9 horas, de las 13 y media que se prolongó la primera jornada del Consejo Europeo, y de la implicación directa en la redacción de los líderes de la UE que se vieron sorprendidos por la amenaza de veto de Italia al texto. El presidente galo Emmanuel Macron tomó las riendas para intentar calmar a su colega italiano Giusseppe Conte que llegó exigiendo solidaridad y “hechos” y no solo “palabras”.
Finalmente, después de tres borradores, decenas de reuniones bilaterales y varios recesos, los 28 anunciaban un pacto a las 4.34 de la madrugada del viernes. Un acuerdo de mínimos demasiado vago y de aplicación incierta que tanto Italia como Alemania pueden vender en sus respectivos países. El texto da su aval a que los gobiernos que lo deseen desarrollen pactos bilaterales para contener los movimientos secundarios de inmigrantes dentro de la UE y permite al Gobierno italiano vender la idea de que “Italia ya no está sola”.