Despues de la misa dominical en la catedral. Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel obispo de la diócesis de san Cristóbal. En la conferencia de prensa a los representantes de diferentes medios de comunicación. Manifesto un tema Internacional la llegada del Presidente de los Estados Unidos.
«Hay preocupación por las medidas que ha anunciado Donald Trump, presidente ya de los Estados Unidos de América. Dice que empezará por deportar a más de tres millones de migrantes e indocumentados la mayoría mexicanos., se considera delincuentes y que seguirá con los demás que trabajan allá sin documentos. Segun que colaboran para mejorar la economía de ese país, que pagan sus impuestos y sin los cuales muchos trabajos allá no se podrían cubrir. Amenaza con impedir que empresas norteamericanas inviertan en nuestro país y sobre todo las automotrices, las que generan miles de empleos, para que esos trabajos se queden allá, sin advertir que esos capitales no vienen a México por caridad, sino porque aquí les conviene para su propia economía. Amenaza con continuar la construcción del muro que ya existe y buscar la forma de que México lo pague, lo cual es totalmente absurdo y sin justificación, pues el muro no ha detenido las migraciones, ni las podrá detener, aunque sí las hará más difíciles. Sus actitudes han afectado gravemente al peso mexicano, que ha caído en forma considerable, con lo cual se afectan también los costos de las gasolinas que se importan y de tantos otros productos que provienen del exterior. Dice que renegociará el Tratado de Libre Comercio entre su país con México y Canadá, no para el bien de los tres países, sino sólo para el suyo. Eso es egoísmo nacionalista.
Llama la atención que el Sr. Trump es de religión presbiteriana; por tanto, dice que ha aceptado a Jesucristo en su corazón. Juró sobre una Biblia ejercer su cargo e invocó la ayuda de Dios. Sin embargo, su visión en netamente economicista, pues es un empresario, a quien lo que más le importa es el negocio, el dinero, lo económico. Esto es una contradicción con la fe cristiana que dice vivir, pues Jesucristo nos ha dicho que el dinero no puede ser nuestro dios, y que, por tanto, no puede ser lo económico el criterio último para tomar decisiones. Lo que Jesucristo nos enseña es el amor al pobre, la solidaridad con el necesitado, la preocupación por los migrantes, el respeto a las mujeres.
¿Qué hacer? Son válidas las protestas y las manifestaciones, tanto las que se hacen allá, como las que se hagan entre nosotros. Sin embargo, lo más inmediato es cuidar el empleo en nuestro propio país y no abandonar el campo, que es la fuente principal de autosuficiencia alimentaria. Hay que cuidar el maíz criollo, para no depender de semillas transgénicas que vienen de otro país. Si alguien tiene necesidad de salir a buscar trabajo en otra parte, que no se exponga a todos los peligros de intentar llegar a los Estados Unidos, sino que lo busque en el país, sea en los centros turísticos, sea en las varias cosechas al norte de nuestra patria. Que se administren bien las remesas que mandan los que aún trabajan al otro lado, y que éstos busquen mecanismos para que no les cobren impuestos exagerados, con los cuales Trump quiera pagar el muro.
Por otra parte, que nuestras autoridades federales defiendan con dignidad los derechos de nuestra patria en los tratados internacionales, sin dejarse amedrentar por el poder del dinero del Norte. Hay otros valores humanos, que están por encima del dinero. Que adviertan que, si se cierra la economía de Estados Unidos, aumenta la pobreza en nuestros países y aumenta con ello automáticamente la migración. Hoy la economía no es nacional, sino mundial, y hay que tener un corazón abierto a las necesidades de los más pobres».