Hubo una temporada en Reynosa donde la afluencia de personas de África y Haití aumento considerablemente. Vidal Bustamante es traductor en el proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Reynosa y su papel ha sido fundamental para que la organización pueda prestar un mejor servicio de salud a las personas provenientes de África y Haití, que hablan francés o kreyol. Así como los otros miles de migrantes, ellos también tienen la intención de cruzar hacia Estados Unidos. Muchas de estas personas estuvieron viviendo hasta marzo en el albergue Senda de Vida, donde Vidal trabaja junto con el equipo de MSF, para comprender sus necesidades más urgentes. En esta entrevista nos cuenta el estado de vulnerabilidad en el que se encuentran grupos de familias amenazadas en sus países de origen, que han perdido conocidos en el camino, sufrido violencia y carecen de toda protección. La cantidad de personas de Haití que se ha movido en México es bastante alta. Están en contacto los unos con los otros y buscan mantenerse unidos para darse apoyo. Entonces, cuando salen rumores de que hay aperturas de fronteras o hay trabajo disponible para ellos, se mueven en conjunto. En Reynosa no fue la excepción. Llegaron muchas personas que no hablaban español y lograron tener un lugar para vivir en el albergue Senda de Vida, pero también rentaron cuartos en la ciudad. Actualmente se ha reducido el número de personas extracontinentales y haitianas en Reynosa. Tras esperar en la ciudad más de un año, sin perspectiva en cuanto a sus procesos migratorios, han decidido moverse. Las personas estaban desesperadas y prefirieron arriesgar sus vidas cruzando de manera irregular. El contexto está caracterizado por la incertidumbre.[MS1] No saben qué va a pasar con su futuro y las políticas migratorias que solo les obligan a esperar no ayudan. En el tiempo más fuerte, cuando estuvieron la mayoría de las personas extracontinentales, llegamos a tener, al mes, 100 personas que necesitaban el servicio de interpretación. Esto fue entre octubre y noviembre del año pasado. Pero después hasta febrero 2021 la media se mantuvo en 80 personas por mes. La mayor parte del tiempo las personas empiezan la plática conmigo. Se dan cuenta de que como organización buscamos hacerles sentir incluidas, y desde mi lado me intereso en ellas, en cómo están y cómo se sienten para poder generar un mejor servicio. La idea es generar confianza para poder dirigirles al área de apoyo que necesitan, ya sea trabajo social, servicio médico o de salud mental. Primero dejamos muy en claro que todo lo que suceda en los consultorios es confidencial, y también establecemos que están en su derecho de decisión si no quieren el servicio de interpretación. En el caso de las terapias psicológicas, tomo notas para facilitarme el trabajo y una vez terminada la sesión, destruyo esa información para que se queden tranquilas. Tienen dificultades para encontrar trabajo y avanzar con los trámites migratorios, por ejemplo. También me he dado cuenta de que, por la barrera del idioma, la información no llega clara. Un ejemplo es que, en su proceso de estancia en México, con su tarjeta de residencia temporal, tienen protección legal por un año y cuando quieren renovarla no pueden porque recibieron una respuesta negativa de su asilo en el país, pero nunca se enteran de esto porque no estaba en su idioma. Referente al viaje, me cuentan de todo: desde caídas, pérdidas de compañeros, accidentes, desinformación y diversas situaciones de violencia.
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